¿Chihuahua Toy?

¿Toy? ¡No gracias!.   Escrito por Valeria Rossi.  Extraído del libro: «Il Chihuahua» Editorial Mursia.

    «Me gustaría tener un Chihuahua, ¡pero lo quiero pequeño¡ ¡Pequeñísimo! ¿No los tiene de bolsillo? ¿Y de taza de té? ¿Los tiene usted de taza de té? Porque me gustan mucho, si es posible; si no lo tiene basta con que me quepa en el bolsillo. Pero más grande no, ¡eh!”

    No, no son frases extraídas del libro «Delirios de los amantes del perro». Son las preguntas que, por desgracia, repiten a todos los criadores al teléfono dos o tres veces por semana.

    ¿Por qué?, por culpa de algún comerciante sin escrúpulos que ha inventado de  la nada tamaños inexistentes  (Lo escribo en cursiva para que quede claro), Hoy en día la gente busca desesperadamente perros diminutos, perros-llavero, perros-microbio.   

    Si mañana apareciese la noticia de que se ha creado un perro que sólo puede verse con lupa con toda seguridad se vendería.

    ¿Divertido, ridículo, hilarante?

    ¿Nos burlamos un rato del Chihuahua toy o tacita de té y seguimos como si nada?

    No, lamentablemente no.   

    No tiene ninguna gracia, porque  la demanda da lugar a la oferta, y hay quien realmente está tratando de producir perros que caben en una taza de té.

    Bueno, sólo hay una definición para estos «criadores» (entre comillas porque cualquier criador serio temblaría ante la idea de incluir a estos personajes) que se lanzan a estas aventuras miniaturizantes. Y la definición es la siguiente: criminales de la cinofilia.

    No, no estoy exagerando, y el término no es demasiado fuerte: Es lo menos que se puede decir de las personas que, únicamente por dinero, traen al mundo a perros infelices y destinados a vivir poco y mal.

    Antes de continuar, permítanme autocitarme transcribiendo aquí un artículo publicado hace dos años en la revista «Ti presento il cane” (Conoce al perro).  En realidad, estamos hablando del «Yorkshire», pero vamos a imaginar que leemos «Chihuahua» en lugar de «Yorkshire», y sabremos exactamente dónde reside el problema.Un día, en la sala de espera de mi veterinario, tuve el honor de encontrarme a una señora que sostenía algo que a primera vista parecía una rata de pelo largo grande: fijándome mejor decidí que no, que no era una rata, era un perro…  bueno, «casi» un perro. Un pequeñísimo mestizo con graves problemas de enanismo y raquitismo.

    No podía pesar más de un kilo, presentaba unos dramáticos ojos redondos (irritados y enrojecidos) y tenía sus piernas espectacularmente mal, por no hablar de la cifosis que le hacía parecer encorvado incluso acostado.

    Si alguna vez me hubiera nacido un pobre cachorro mal formado de esa manera, creo lo habría sacrificado al nacer.

    Pero antes de que tuviera tiempo de meter de pata, porque era mi intención decirle a la señora  si consideraba el intento de mantenerlo con vida como un acto de piadoso coraje, la dama ya se había dado cuenta de mi interés por la rat … perdón, perro.

    Y salió corriendo con la escopeta cargada.

    “¿Ha visto qué maravilla? ¿Ha visto qué pequeño?” (Bueno, si…).

    Y ahora la pregunta del millón: “¡Apuesto a que no sabe lo que es!”

    Seguramente, treinta años de experiencia en el mundo del perro no me habrán enseñado todo, pero sin duda he aprendido una cosa: aprendí a no responder a este tipo de preguntas.

    Porque si te atreves a contestar lo que realmente piensas (Es decir: «Por supuesto que lo sé: es un pequeño mestizo feo») te has buscado un enemigo para toda la vida.

    Una vez más, por lo tanto, no tuve más remedio que hacer alarde de la clásica sonrisa estúpida de: “No, no lo sé, no entiendo en absoluto de perros, solo espero que usted me lo explique todo” y mantener la boca cerrada (además de que estaba allí con mi gata, y nada le podía hacerle sospechar que yo sabía algo perros).

    Descubrí que la rat … perdón, perro tenía diez meses de edad, pesaba 950 gramos y pertenecían a una raza rara, creada recientemente.

    La señora lo había comprado en una tienda (¿en serio? ¿quién lo habría pensado?) mediante el pago de 1500 euros (y aquí tuve un desmayo momentáneo).

    Descubrí que sí, que era un poco caro, pero que valió la pena porque era un ejemplar (y dos) muy raro y muy valioso.

    El suspense iba en aumento, pero con nosotros en la sala de espera había una tercera persona: un hombre que, -a diferencia de mí- entendía mucho de perros, y en ese momento intervino: “Pero si es un Yorkshire toy, ¿no? También tiene uno mi hija”.

Y por fin la orgullosa propietaria encontró la ocasión de lucirse: no, no era un simple Yorkshire toy.

    ¿Bromea? ¡Ahora todo el mundo tiene uno! (Con una mirada de compasión manifiesta al hombre, y por extensión a su hija).

    ¡Su perro de 1500 euros era (redoble de tambor) un Yorkshire tacita de té!

    ¡El perro que cabe en una taza de té!    En ese momento yo ya estaba haciendo esfuerzos sobrehumanos para mantener la boca cerrada y no estallar, pero afortunadamente entonces se abrió la puerta de la consulta y la señora entró al veterinario, dejándome la semilla de esta nueva moda del perro miniatura.

    Cuando llegó mi turno, antes de que sacar a mi gata del transportín  pregunté al veterinario qué pensaba del cliente que acababa de salir.

    “¿Qué te parece que voy a pensar?  –respondió-. ¡Es una aberración de la naturaleza!”

    “¿Se lo dijo a la señora?”

    Me miró con una sonrisa irónica: «Yo vivo de este trabajo ¿Cuántos clientes crees que volverían, si dijese a cada uno de ellos lo que pienso de su Yorkshire enano, de su Doberman gigante y de todo lo demás?  Saca la gata anda”.

    Saqué la gata.

    Se cuándo es el momento de callarse.

    Solo que, si las personas que saben algo de perros para no tener problemas permanecen en silencio, si los veterinarios se callan para no perder clientes, y si el resto del mundo se compone de personas que «no» saben nada acerca de los perros, entonces se desconocen los problemas que se esconden detrás de todos estos perros de bolsillo, taza de té y similares, ¿Quién va a explicar a los compradores potenciales de cachorros, que «pequeño» a veces está bien pero «diminuto» puede significar problemas?

    Podría decirlo un juez, si alguna vez aterrizaran en una exposición: pero el 99% de propietarios de perros no irá nunca a una exposición.

    Entonces, ¿qué sucede?

    Sucede que la señora de antes se va alegremente por el mundo presentando a todos su Yorkshire taza de té como un perro raro y precioso, y arrastrando a otros novatos desinformados a imitarla en la compra de ratas chapuceras.

    Atención: lo escrito sobre el Yorkshire taza de té debe multiplicarse al menos por tres cuando se trata del Chihuahua.

    Esto es porque un Yorkie sano y normal pesa 3 Kg. Mientras que un Chihuahua sano y normal puede pesar novecientos gramos (este es el límite mínimo impuesto por el estándar): un Chihuahua de 3 kilos se encuentra en el límite máximo para su raza.

    Pero ¿Cuál es el problema?

    ¿Por qué no se puede miniaturizar cada vez una raza de perro, ya que la demanda del mercado se orienta en esta dirección?

    No se puede por una sencilla razón: el enanismo es una enfermedad. Para conseguir que los perros sean cada vez más y más pequeños es necesario ir literalmente en contra de la naturaleza, creando a propósito perros enfermos de enanismo, con esta hermosa gama de problemas relacionados con ello:

    – dentaduras débiles e incompletas (no hay suficiente espacio en la boca) causantes de problemas de alimentación;

    – ojos globulares que sobresalen, muy sensibles a la inflamación e irritación y, para algunas razas predispuestas, desprendimiento de retina;  

  – fontanela del cráneo muy abierto en adultos, y como consecuencia un cráneo extremadamente delicado (de hecho, el perro puede morir al caer desde una altura de 20 cm). Advertencia: la fontanela del Chihuahua  está a menudo abierta en los adultos, pero es una grieta microscópica, mientras que en los perros «miniaturizados por la fuerza» es una auténtica «brecha» que pone en riesgo la salud del perro;

    – espalda encorvada (cifosis);

    – piernas cortas y torcidas;

    – raquitismo;

    – luxación de rótula;

    – epilepsia;

    – cardiopatías;

    – dificultad para la monta en el macho (aunque en este caso el Chihuahua es la excepción: incluso el más “chapucero” de los perros de esta raza, de hecho, por lo general son muy buenos sementales. Pero esto agrava la situación, ya que otros perros taza de té, si no pueden reproducirse, se extinguen sin más, ¡mientras que el Chihuahua no! Reproducen microperros con los mismos problemas);

    – dificultad para el parto en las hembras, que casi siempre requieren cesárea: teniendo en cuenta además que operar a un perro de estas dimensiones se convierte en una empresa poco probable.

    Todos estos problemas conllevan una notable reducción de la vida media, que en los perros demasiado pequeños (como en los que son demasiado grandes) es 3 – 4 años más baja que la de los perros de tamaño medio.

    Y por si no fueran suficientes los problemas físicos, también el carácter se ve afectado por la excesiva miniaturización.

    Ya es normal que perros muy pequeños (como Chihuahua), que se sienten constantemente en peligro, reaccionen al impacto con otros seres vivos con excesiva timidez o, por el contrario, con agresividad: para esto (como veremos en el capítulo dedicado al carácter) es necesario realizar un buen trabajo de socialización y establecer la máxima autoestima en el perro.

    Lamentablemente, sin embargo, hemos visto que incluso un comportamiento muy correcto no es suficiente para eliminar los frecuentes problemas de carácter de los perros «demasiado» miniaturizados, que a menudo son neurasténicos, ladran e incluso muerden.

    ¿Ha sido esta verdadera «lista de horrores» suficiente para ti? Realmente así lo espero.

    Espero por tu bien, que compraras este libro con la intención de leerlo antes de traer a casa un cachorro de Chihuahua, pero lo espero especialmente por el bien de los cachorros.

     Porque, si la gente deja de pedir perros de bolsillo, los delincuentes caninos dejarán de producirlos, para gran beneficio de la salud de la raza.     Lamentablemente, sin embargo, la experiencia me dice que existe (y siempre existirá) un «núcleo duro» de personas que quieren el perro extraño a toda costa, el perro raro, etc; si intentas explicar a estas personas todos los problemas relacionados con la miniaturización, te miran como si fueras un pobre tonto, o tal vez un criador sin escrúpulos que no tiene perros pequeños, y que para vender sus chihuahuas gigantes de kilo y medio tiene la poca vergüenza de negar la existencia de los preciosísimos tamaños de tazas de té y bolsillo.

    Y si no hablamos de tamaño, hablamos de colores: porque ahora se está poniendo de moda el Chihuahua «merlé» o «arlequín». Este color, en esta raza, aparece vinculado a una larga serie de defectos hereditarios, por lo que varios clubes ya han dado la alarma: es mejor perderlo, porque no hay (al menos, todavía no) una línea de sangre segura con la que trabajar,  para obtener sujetos sanos de este color. Pero como es extraño y nuevo, ¡el público ya lo requiere! ¡Y si ya es difícil trabajar para criadores con décadas de experiencia,  mucho más  para un particular!…

Escrito por Valeria Rossi

Extraído del libro: «Il Chihuahua» editorial Mursia.